miércoles, 4 de agosto de 2010

Encuentro en el laberinto

Despreocupados por la salida, que ya es bien conocida, desesperamos por descubrir las formas del encuentro. ¿Cómo encontrase allí, precisamente, donde estamos perdidos? Es que el laberinto no es una espacio necesariamente solitario, sabido es quien lo habita, sus infinitos pasajes ocultan los infinitos rostros de la perdida.

Atravesar el laberinto es lo definitivo de un  curso sin mas destino que nuestra perdida absoluta, si esto fuera posible, pues del mismo modo que percibo los restos de los otros ausentes alguien enfrentará los míos. Tránsito  continuo, espera sin objeto, reconociendo que peor que no tener rumbo es tener infinitos. Entonces el laberinto puede parecernos un abismo y nuestra caída inevitable.   

Aferrados a nuestra única certeza nos imaginamos el encuentro.

Sorprendida, nos dirá no es aquí donde te aguardaba,
 y aunque la cita, esta no era,
 la magia del laberinto así lo quiso.

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